Charlamos con la científica del grupo de Silverio Coco, que acaba de defender su tesis doctoral con un éxito total
María Barcenilla es la última nueva doctora del IU CINQUIMA. La investigadora del grupo Cristales Líquidos y Nuevos Materiales ha seguido un desarrollo científico casi natural: una persona que ama y vive la investigación, pero que ha tenido que luchar con muchos obstáculos, -entre ellos la pandemia del COVID-19-, aunque su insistencia ha sido más grande que cualquiera de esas dificultades. Hemos hablado con ella sobre cómo ha sido su camino, la investigación que realiza y el gran futuro que le espera.
“Siempre me han fascinado las ciencias naturales, en especial todo lo relativo a los animales, pero por algún motivo ni la medicina ni la veterinaria me atrajeron como profesión. Curiosamente, cuando descubrí la formulación en tercero de la ESO algo cambió, supongo que la química me había encontrado. Me resultó increíble cómo se podían combinar los elementos para formar compuestos tan diferentes. Sé que la formulación es relativamente ‘odiada’ porque todo parece reducirse a aprender estados de oxidación y símbolos químicos. Pero para mí eso fue lo de menos”, nos explica Barcenilla para que entendamos de dónde nace su gusto por la Química.
Para la investigadora, su experiencia a lo largo del grado y el Máster fue muy grata. “Recuerdo, en la primera clase de Química I, donde se tratan principios de Química Inorgánica básicos, pensar: ‘Esto es lo mío. Por esto estoy aquí’. En general estoy muy satisfecha. Obviamente no todas las asignaturas te gustan, pero en las áreas en las que estaba más interesada he de decir que he tenido, en general, muy buenos docentes. Del Máster en Química Sintética e Industrial, que organiza el Instituto, me gustó especialmente la carga experimental. Me dio la oportunidad de investigar con un mayor grado de continuidad temporal y ese fue uno de los motivos por los que me decanté por él”, explica.
Su gran pasión: el laboratorio
Las razones de la científica para hacer la tesis son varias, aunque señala tres: por un lado seguía enganchada al laboratorio y, por otro, contaba con unos compañeros de trayecto espectaculares y un ambiente de trabajo maravilloso. “Sabía que para poder seguir investigando en el futuro ese era el camino que había que recorrer. Tengo que reconocer que otro de los grandes atractivos que me ofrecía la tesis era la posibilidad de difundir los resultados en revistas científicas y pensar que quizás alguien se pudiera beneficiar de eso, o que le pudiera ayudar en el desarrollo de su propio trabajo, del mismo modo que a mí me ayudaban estudios ya publicados”.
Hacer la tesis no es una decisión que se deba tomar a la ligera. “Hay que tener una capacidad de esfuerzo y sacrificio muy grande. Recomendaría a los que quieren hacerla que se interesen por diferentes proyectos con diferentes jefes, para hacerse una idea de por dónde se encaminan realmente las investigaciones de cada uno de ellos y que analicen cuidadosamente cada una de las propuestas, para ver en qué proyecto creen que pueden encajar mejor y obtener mejores resultados. Además les sugeriría charlar con los doctorandos que compongan en ese momento el grupo, porque en definitiva, aportan una perspectiva más mundana y probablemente más realista del día a día.
La investigación de Barcenilla se ha centrado en la preparación de cristales líquidos que contienen metales, -metalomesógenos-, con propiedades nuevas o mejoradas en el estado de cristal líquido, como termocromismo, mecanocromismo o luminiscencia. “También hemos trabajado en la obtención de metalomesógenos con estructuras no convencionales que no se ajustan al modelo clásico de cristal líquido, porque no contienen largas cadenas. Estos estudios son importantes en el desarrollo de materiales con potenciales aplicaciones, como por ejemplo, en la fabricación de dispositivos ópticos”.
El tribunal de la tesis de Barcenilla coincidió unánimemente en el “trabajo amplísimo recogido en la memoria”, lo que significa dedicación, cariño por lo que se hace y mucha atención. Ángela Sastre, catedrática de Química Orgánica de la Universidad de Miguel Hernández de Elche, señaló el trabajo de formación excelente que Barcenilla había realizado: “Tu formación es buenísima e irás a dónde te propongas. La cantidad de técnicas que has utilizado es bastante impresionante”, concluyó.
El COVID-19, una piedra insospechada
Como comentábamos al inicio, el camino no ha sido fácil. Más bien, largo y duro. “Ya lo dice el refrán: ‘quien algo quiere, algo le cuesta’. La verdad es que ha habido baches de todo tipo. Unos te los esperas, como reacciones que no funcionan, líneas que hay que modificar porque ha habido un error en el planteamiento inicial del que no eras consciente, o compuestos que no presentan las propiedades que tú esperas incluso a pesar de tener un buen diseño. Otros obstáculos no dependen de ti, como cuando fallan los equipos, los reactivos que se agotan cuando más falta hacen y, sobre todo, trabas burocráticas”, reconoce.
La llegada del COVID-19 ha sido el golpe más duro de todo el camino recorrido. “Me impidió realizar una estancia predoctoral en el extranjero, que estaba ya cerrada y para la que tenía financiación ya concedida. Eso me privó de la posibilidad de optar a la mención internacional de doctorado. Esta estancia tenía como objetivo completar la caracterización de parte de los compuestos de la tesis, lo cual es un requisito indispensable para que esos resultados se publiquen. Por lo tanto, el cierre de los laboratorios y la imposibilidad de llevar a cabo dicha estancia provocaron un considerable e indeseable retraso en el análisis de las muestras y, por ende, en su publicación“.
Pero el apoyo de las personas importantes cuando las cosas no funcionan es lo que te lleva a poder continuar. Y Barcenilla siempre ha sentido ese cariño muy de cerca. “La verdad es que he recibido apoyo a muchos niveles y no podría estar más agradecida por ello. Sin esa gente que ha estado detrás de mí durante todo este proceso, hubiera sido muy difícil ya no prosperar, ¡si no sobrevivir! Por supuesto, mi familia siempre ha estado ahí conmigo, las doctoras Estela y María, mis amigos Elisa, Helena y Rodri… y también destacar a mis compañeros de laboratorio y a mis jefes Silverio y Pablo”, explica.
Y ahora, ¿cuál es el siguiente paso? “Pues me gustaría realizar una estancia posdoctoral, o varias si se da bien (se ríe), preferiblemente en el extranjero. Aunque a largo plazo no descarto la posibilidad de buscar trabajo en una empresa privada o preparar unas oposiciones. El tiempo lo dirá”, finaliza.