Charlamos con la investigadora de SintACat que acaba de defender su tesis doctoral
El gusto por la Química a Elena Prieto no le viene dado por ningún referente, como puede ser en otros casos, sino por su genuina curiosidad. “Recuerdo que cuando di la formulación más básica me fascinó muchísimo que las letras que usamos siempre para hablar o para las matemáticas, de repente fueran todo lo que nos rodea: el oxígeno, el agua, etc. Creo que al año siguiente de estudiar formulación empezaba a haber algún modelo atómico básico, que me maravilló también simplemente el pensar que en algo tan pequeño, y que yo no veía, pasaban tantísimas cosas. De ahí me vino la obsesión por querer hacer química”, señala la investigadora de SintACat.
Aun así, no fue hasta que Elena empezó las prácticas de laboratorio en primero de carrera cuando se dio cuenta que estaba en el camino correcto. “Ahí ya tuve un clic porque entré con mucho miedo porque nunca había hecho prácticas en Bachillerato. Además, de repente pasas de ser una clase en la que hay un profesor para cuarenta personas a uno para diez y dices, ‘bueno, es que a nada que se me caiga algo seguro que lo ve’ (se ríe). O sea, todas esas presiones que hemos sufrido todos alguna vez. Pero empecé a disfrutarlo y dije, ‘esto es lo mío’ y cada día estaba más cómoda”.
También, como casi todos los alumnos que llegan al grado de Química, la diferencia de nivel se nota. Para Elena no fue diferente. “Sí que notas la diferencia, sobre todo la dificultad del contenido que obviamente es más difícil, pero de igual manera la forma de trabajar. Tú debes tomar las riendas, nadie va a estar pendiente de ti. Pero bueno, al final una vez que pasas el shock inicial, te conciencias y lo sacas adelante”.
La investigadora se interesó por la química orgánica a través del estudio de los espectros. “No fue hasta casi el curso de tercero, con la parte de espectros que se daban en la asignatura, cuando descubrí lo maravillosa que puede llegar a ser la química orgánica. Sí que es verdad que hasta entonces habíamos visto reacciones y mecanismos, pero se estudiaba muy rápido y tampoco tuve tiempo para asimilar que me gustaba. La influencia de algunos profesores fue la que me llevó a decidir que quería realizar mi TFG con Javier Nieto”, explica.
El paso a la tesis
Una vez terminó el grado, Elena realizó el Máster del IU CINQUIMA, que fue la llave que le permitió arrancar con la tesis doctoral un año después. “Lo bueno del Máster es que prácticamente todo es experimental, que era la parte en la que quería seguir formándome, y donde me sentía cómoda. El laboratorio ha sido mi vida. Ya en el TFG había estado haciendo muchas horas, porque ese año no tenía asignaturas, y pude dedicarle mañana y tarde. En ese momento comienzas a vivir el mundillo de la investigación, de estar aquí, y ya no hay marcha atrás. Es verdad que de manera muy básica, porque en un TFG te llevan de la mano casi, pero el ver a compañeros de doctorado que están pensando cómo resolver los problemas que se les presentan, y que trabajaban en el laboratorio, pues me interesó y decidí matricularme en el doctorado”.
La tesis es un periodo de “montaña rusa”, con altos y bajos. Bien lo sabe Elena que los ha vivido en su piel. “Muchas veces se te hace cuesta arriba, porque aunque acabas presentando solo los buenos resultados, en la sombra quedan muchas cosas que se han probado y que no salen. Además yo no tenía ni contrato ni beca, -que ya lo sabía desde el principio que casi seguro no las iba a tener-, y aún así quise hacerlo, pero es una presión añadida. Hay que intentar no perder el foco y seguir trabajando, ya que tarde o temprano lo acabarás sacando. Pese a la dureza, el aprendizaje es muy bueno, no solo lo relacionado con la química, sino también conocerse a uno mismo, obtener una base para saber enfrentarte a problemas y a situaciones de presión”, reconoce.
Uno de los consejos que señala la química orgánica, y que puede venir muy bien a los futuros doctorandos, tiene que ver con saber parar y tomar un poco de margen con el trabajo. “La peor parte de esto es el desgaste que he tenido, quizá por mi forma de trabajar, ya que me implico mucho. Igual no he sabido en algún momento decir, ‘oye, no pasa nada, no vengas mañana. Vamos a darnos un par de días de descanso’. Eso sí que lo cambiaría. Si no puedes tomar esa distancia, por lo menos respira en un momento dado, apuntar las ideas que tengas y, con cabeza fría y un poquito de tranquilidad, enfrentarte a los retos con un poco de lógica”.
La tesis de Elena se centra en la realización de reacciones enantioselectivas con organozíncicos, que son un tipo de compuestos organometálicos, y usando sustratos que no se habían utilizado hasta ahora. “Esta fue una investigación que ya se había iniciado en el grupo con Celia Andrés y Javier Nieto con las personas que tuvieron trabajando anteriormente en las tesis y que habían hecho en una serie de compuestos. Como fue bien utilizamos el mismo catalizador para ampliar estas reacciones a otros sustratos que sean cada vez menos reactivos, con más grupos funcionales, que sí que es verdad que pueden ser más conflictivos pero a la vez nos permiten conseguir productos mucho más interesantes. Además, llevamos a cabo las reacciones de manera enantioselectiva, es decir, tratando de obtener sólo uno de los dos enantiómeros de ese producto. Este es el aspecto más importante de nuestra química, porque hay productos con uno de los enantiómeros que puede funcionar como fármaco, por ejemplo, y el enantiómero contrario puede ser incluso perjudicial para el organismo».
Su experiencia en la empresa
Hace algo más de un mes Elena terminó su primera experiencia laboral en una empresa privada (Curia – AMRI), una etapa que le ha encantado y que ha sido como un chute de adrenalina para ella. “La experiencia ha sido genial. Estuve trabajando durante seis meses en una empresa farmacéutica aquí en Valladolid, que además tiene mucha relación con la UVa. Estuve investigando en la parte de I+D+i, que igual no es tan espectacular como en otras ramas de la ciencia, -ya que son reacciones entre comillas bastante sencillas-, pero la importancia reside en adaptar todo el proceso a una planta en concreto, a las normativas sanitarias, etc. Me he sentido muy bien porque la verdad es que he podido aplicar conocimientos que ya sabía y que he ido aprendiendo a lo largo de la tesis”, comenta.
Ahora que ya ha defendido la tesis a Elena le toca dar el siguiente paso en su carrera, aunque no tenemos ninguna duda desde el IU CINQUIMA de que, haga lo que haga, lo hará con el mismo esfuerzo, talento y carácter que la distingue. “Quiero seguir relacionándome con el mundo farmacéutico porque he disfrutado y me he sentido como al principio la tesis, con esas ganas y al 100%. Todavía sé muy poco de un mundo enorme como es este, pero eso me motiva un montón. Quiero seguir ahí, estoy buscando ofertas y tengo perspectivas de poder entrar a trabajar pronto. De momento no me planteo volver a la investigación más académica con un contrato postdoctoral, por ejemplo, porque quieras que no implica acabar dando clases casi seguro, que es algo que no es mi principal objetivo y que no me atrae demasiado”.
Para despedirnos, le pedimos a Elena que se dirija a aquellas personas que están pensando en empezar la tesis doctoral. “Si de verdad les gusta, que le pongan todas sus ganas y que lo disfruten. Va a haber momentos de bajón, pero hay que aprender a relativizar y mantener la calma. Ya pasarán y ya luego irás para arriba. También es importante compaginar la tesis con tu vida fuera de ella. Tener hobbies es importante para limpiar la mente: salir con tus amigos, ir al cine y, por supuesto, hacer deporte. A veces se necesita airear la cabeza para que el día de mañana que sea el triple de productivo”, finaliza.